UN CAFÉ
Francisco Urrea Pérez
Para teñir con su sabor el alma.
Un café para el encuentro.
Un café, en un viejo café de la vieja Candelaria.
Un café con sabor a calle angosta y a bufanda.
Suave café de la Colombia enamorada.
Un café negro y cargado; humeante,
al lado de una cámara fotográfica.
Un café para abrigar la palabra.
Y el aroma del café, todo su aroma,
en la bella Bogotá
Cachaca.
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EL ESPEJO
Francisco Urrea Pérez
El espejo nada guarda, no se queda con nada
y es en realidad un mimo.
Es el espejo la íntima imagen de lo que en el espejo veo.
Quiero un espejo color fucsia.
Furor sobre la imagen zalamera.
Un espejo con baúl para aliviar lo imborrable.
¿Qué guarda mi mirada que no se refleja en el espejo?
Tengo un espejo que puedo abrir y cerrar a gusto, con páginas; un libro, mi libro. Mi obra, lo que he hecho de mí.
Un espejo con teatro donde todos los días actúo y me veo.
Mi espejo en mi muro. Mi espejo en mi arena.
Mi espejo en mi locura, o tal vez, mi espejo en el espejo de tu espejo.
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AGUA
Ese milagro cristalino y vivo
deviene del canto febril de la preñada selva
de la danza fresca de las montañas todas
del rubor eterno de las coquetas nubes
y de la entraña encantada del desierto.
Ese milagro
se suelta en cuerpo jactancioso y dulce como el río,
y en espejos abisales, como aguas madre, en su majestad la mar.
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PASEAR LOS PASOS
Francisco Urrea Pérez
Los pasos se crían, se acumulan,
se vuelven grandes en nuestra humanidad,
hasta que se cansan y nos dejan.
Quisiera quedarme con algunos pasos.
Y es que me encantaría, sacar a pasear esos pasos líquidos que siempre di y que no pisaron el asfalto.
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LA TIERRA NO ESTÁ MUERTA.
Francisco Urrea Pérez
Vamos a enamorar esta tierra y a vivir con ella.
¿Acaso no tenemos que atenderla?
Somos parte de su piel, tal vez somos su jactancia de cara a la Galaxia.
No somos el alma de la tierra. Ella tiene su propia entraña.
Se deja escuchar con su furia y con su canto.
La tierra se entrega a quien sí la busca y le deja gozar de sus encantos.
La invisible silbante nos dice que somos pasajeros.
La tierra está viva, aunque la creamos muerta.
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LETANÍA DE GUERRA Y PAZ
Francisco Urrea Pérez
Estremece el vivo de la humanidad y lo lapida dentro.
El látigo del poder es el tambor de la guerra.
La fusta de la PAZ para LA PAZ.
Vuelve la guerra. Pasa la guerra.
¿Y La PAZ?
La PAZ es la eterna brasa de la Guerra.
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MUJER CIUDAD
Francisco Urrea Pérez
Se colman con inescrutable realidad y fantasía
Esa mujer inimaginable y femenina, se dibuja en el andar.
La ciudad señora sonríe después de un café.
Tórrido entusiasmo de una mirada que no me mira.
La siempreviva Bogotá. La ROLITA de la calle y la cortina.
La del sentir de los libros, las tablas y sus cerros.
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Un café para el encuentro.
y es en realidad un mimo.
deviene del canto febril de la preñada selva 
Los pasos se crían, se acumulan, 
Vamos a enamorar esta tierra y a vivir con ella. 
Estremece el vivo de la humanidad y lo lapida dentro.
Al que mortajan en las entrañas olvido,
Se rebulleron; desatadas, cambiantes, ligeras.
Me sorprendo, queriendo entrar a darme una vuelta por mi interioridad y encontrarme con algunas de mis propias vivencias.
